Hemos dejado atrás la adoración de nuestra Madre y Hermana; Pachamama pide a gritos que la admiren, que la sientan, que la amen…
Debemos volver al rito: es nuestro deber dedicarle nuestro tiempo y nuestra vida a la Madre y Hermana y valorar su sabiduría más que su “materia prima”. Nos hace falta percibir su esencia y dejarnos llevar por lo exquisito de belleza; hace falta más, ser un poco más sensibles ante su amor por nosotros y aprender a corresponderlo…
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